Cesáreo ha sido todo un ejemplo de profesionalidad y pasión por el oficio, ya que, desde hace años y siempre que la salud se lo permitía, acudía a su establecimiento cada día a pesar de estar ya jubilado. Reconocía que en su carnicería estaba en su ambiente, de la misma forma que admitía que Carnimad fue para él la casa que siempre le recibió cuando lo necesitó, llegando incluso a formar parte de nuestra Junta Directiva.
Cesáreo llegó desde Ávila a Madrid en los años 40 y fue entonces cuando, con tan solo 14 años, comenzó a trabajar en la carnicería de su hermano mayor, Sergio. Así, su primera toma de contacto con el oficio se produjo siendo muy joven, por unas circunstancias vitales que le llevaron a ello, algo que en la época era normal. Así, Cesáreo entró en contacto con la profesión que marcaría su vida y que resultó para él realmente atractiva.
Trabajó con sus hermanos Sergio Y Germán hasta que en los años 50 abrió su propio puesto en el Mercado de Chamartín: Carnes Cesáreo Gómez. Hoy, este comercio se ha convertido en un establecimiento de referencia en la capital madrileña por su producto de calidad y la cercanía en el trato.
Cesáreo reconocía modestamente que siempre se sintió un comerciante, algo que le unía al sector del comercio especializado de la carne y sus derivados, así como a las personas que forman parte de él, valorando especialmente ese trato y cercanía al público. Consiguió conformar así un establecimiento que ha pasado de generación en generación y que es reflejo de cómo este carnicero logró transmitir su amor por la profesión a sus hijos y nietos, algo de lo que se sentía especialmente orgulloso.
Gracias, Cesáreo, de todos los que formamos parte de Carnimad. Permanecerás vivo en nuestros recuerdos y tu ejemplo será por siempre una motivación para las nuevas generaciones.