Los productos cárnicos derivados del cerdo, como el chorizo, el jamón serrano o el salchichón, son alimentos con un alto contenido en hierro adecuados para alcanzar las ingestas recomendadas de este mineral.
El hierro es un nutriente esencial, es decir, nuestro cuerpo no puede sintetizarlo y debe ingerirlo, ya que es necesario para el funcionamiento normal del mismo.
En la alimentación infantil, juega un papel fundamental, ya que contribuye al desarrollo cognitivo normal de los niños. En este sentido, el retraso en la introducción de productos cárnicos con alto contenido en hierro en la alimentación durante la infancia, se asocia con carencias de este mineral. Estas deficiencias pueden afectar al rendimiento del niño durante la etapa escolar.
El hierro permite que la hemoglobina, el pigmento rojo de la sangre, funcione de forma correcta, aportando oxígeno a las células del cuerpo. Las consecuencias de un bajo consumo de este mineral son, entre otras, falta de concentración, dolores de cabeza, arritmias, insomnio, cansancio y fatiga. Sin embargo, muchas veces achacamos estos síntomas a otras causas y no les damos importancia, por lo que la deficiencia de este mineral puede pasar desapercibida durante mucho tiempo, sobre todo, cuando no es muy acusada.
Las mujeres en edad fértil son las que más sufren carencias de hierro debido a las pérdidas de sangre producidas por los ciclos menstruales. Por lo tanto, es recomendable incluir productos cárnicos con alto contenido de hierro en su dieta, ya que el hierro aportado por los alimentos de origen animal es mucho mayor que el aportado por los alimentos de origen vegetal.