En los años 50 comenzó la migración española, del pueblo a la ciudad. Principalmente la gente joven buscando nuevas alternativas educativas y de ocio, y las familias con hijos aferrándose a oportunidades laborales, no solo en ciudades de nuestro país, sino también del resto de Europa, son los que se marcharon a las zonas urbanitas, comenzando así la despoblación del entorno rural, de nuestros campos, y de oficios que están desapareciendo o sobreviviendo a duras penas, como el de agricultor, ganadero y, por ende, aquellos del sector servicios que se encontraban en dichas zonas.
De los 8124 municipios que hay en nuestro país, más de la mitad tienen menos de 1000 habitantes. Y de estos, 3972 cuentan con entre 100 y 500 vecinos. ¿Esto en qué se traduce? En que el riesgo de desaparición es evidente.
Sin embargo, en estos duros momentos que vive nuestra España rural, todavía encontramos carniceros, charcuteros, polleros y casqueros que siguen luchando por mantener sus negocios tradicionales, pero innovadores al mismo tiempo, en estos pequeños núcleos que no llegan a 500 habitantes, y contribuyendo con su labor a fijar la población.
En concreto, en los siguientes enlaces, os hablaremos de ejemplos de la resistencia femenina en estos municipios… mujeres del sector, jóvenes y valientes, que mantienen vivo el oficio en la España Vacía.