La alimentación evoluciona con la sociedad, y cualquier innovación viene marcada, al menos, por la regla de las 3 s: Salud, Sostenibilidad y Sabor. Un mundo tan tradicional como el cárnico no puede ni escapa de esta evolución. El último estudio “The Green Revolution” realizado por Lantern, muestra que el número de veganos, vegetarianos y flexitarianos ha crecido un 65% en 4 años, identificando un 13% de la población adulta como «veggie«. A la luz de estos acontecimientos, en el año 2018 Tom Hayes, presidente de Tyson Foods, una de las principales industrias cárnicas de EE. UU, dijo “no queremos ser el próximo Kodak” (compañía quebrada por no entender el futuro de la fotografía), y se aliaron con Impossible Foods, marca referente en análogos cárnicos con proteínas alternativas. El crecimiento de las alternativas a la carne es una realidad, más allá de cómo serán o quién las hará, nos tenemos que hacer la pregunta: ¿qué tipo de alternativas quiere el consumidor?
El porqué de esta evolución o cambio radica en la concienciación del nuevo consumidor y generaciones del impacto de la alimentación en el ecosistema y el incremento de población. En este contexto, la idea de que en un futuro los seres humanos nos alimentemos con carne cultivada no es tan descabellada, tal y como vemos en Israel (restaurante The Chicken en Tel Aviv) o en Singapur (primer país del mundo en autorizar la venta de carne cultivada en 2020).
Lo que llama la atención es el pensamiento positivo del consumidor a las nuevas alternativas proteicas a la carne. Sin embargo, debemos mostrar que algunas alternativas a la carne no son tan saludables como parecen y contienen muchos ingredientes químicos o fuentes poco sostenibles, siendo necesario leer bien los etiquetados. Ahí se presentan importantes espacios de innovación como, por ejemplo, la combinación de carne tradicional con nuevas alternativas proteicas como las legumbres, hongos, algas o insectos. El futuro viene marcado por esa búsqueda de salud y sabor/placer.
Del mismo modo que vemos todos estos cambios hacia estas nuevas opciones de consumo de carne, el futuro del sector viene marcado por una premiunización del producto, donde la calidad, el perfil nutricional, el sabor y la naturalidad de la alimentación del ganado o la proximidad será muy valorado por el consumidor. Las amenazas de un menor consumo de carne también se verán aminoradas si el sector empieza a innovar en productos que tengan de base la carne, pero puedan suponer nuevas experiencias que sean saludables y cubran momentos de consumo que hasta ahora no lo hacían.
Por todas estas razones tenemos que reconquistar el “nuevo” paladar, bien concienciando al consumidor de la felicidad que puede generar un nuevo producto o alternativa cárnica con etiqueta limpia, o bien a través de los nuevos modelos de negocio de una ganadería sostenible y de alta calidad. Innovación, ¡qué importante eres!
Artículo publicado en la revista La Carne. Haz click aquí para suscribirte.